Publicado en Semanario Brecha del 21 de agosto de 1992, Montevideo, p 15
La difusión del informe sobre la enseñanza secundaria viene generando polémicas en el medio docente. BRECHA entrevistó al responsable del informe, Germán Rama, en sus números 10 y 17 de julio pasado, y publicó un “Contrapunto” del profesor Luis Víctor Anastasía el 7 de agosto. Suma ahora las opiniones del profesor Roque Faraone, extendiendo un debate que se vuelve cada día más necesario.
No hay ciencia social “neutra”
Tanto el informe de la CEPAL como Germán Rama en sus declaraciones se apoyan en el prestigio de la ciencia, en el peso –muy valioso- de la información estadística, y eluden un punto de partida imprescindible: no hay conocimiento riguroso, en ciencias sociales, que no esté comprometido, ya sea a favor del mantenimiento de la situación existente o con un cambio solidario. En materia económica es muy evidente: hay bibliotecas enteras, y ahora ya bancos de datos repletos de bytes, con literatura sobre el “desarrollo” del Tercer Mundo, que cada día está más subdesarrollado. Treinta años de documentos de la CEPAL lo prueban. Claro que los tecnócratas economistas explican que la responsabilidad no es de la dependencia, que para ellos no existe, sino de los malos gobiernos. Que, por otro lado, son los que financian estos estudios.
En materia de educación, como entran en juego en forma ostensible más valores, es igual y a la vez más grave. Esto no empaña la admiración intelectual que siempre tuve por Germán Rama. Simplemente, creo que si hubiera operado desde un ámbito universitario autónomo, su reconocida probidad intelectual lo habría obligado a hacer otro informe.
Tampoco hay ciencia social que no sea histórica
Toda “fotografía” (estadística u otra) de la realidad, la falsea. Hay que remontarse al pasado -cercano- para poder interpretar adecuadamente la realidad. La enseñanza no “transcurrió” solamente como un fenómeno social, sin que los gobernantes (de la enseñanza y del país) hayan actuado sobre ese fenómeno, intentando a veces –pocas veces-, encauzarlo o simplemente acompañándolo, para satisfacer intereses inmediatos de poder.
Por ejemplo, cuando se produce la intervención de la dictadura de Terra y Secundaria es segregada de la Universidad, una de las finalidades (además del control ideológico) fue el reparto de los cargos docentes y administrativos, lo que dio lugar a un ejército de “precarios”, quienes probablemente conspiraron más contra la profesionalización de los profesores que la tradición enciclopedista.
Por ejemplo, la “ley Sanguinetti” de 1972, la posterior barbarie militar y la actual ley orgánica de ANEP se inspiraron en el propósito de control ideológico pero al mismo tiempo en la finalidad de reparto de empleos públicos para mantener el clientelismo o el control político. Estos “profesores” designados por los coroneles y sus esposas, o los caudillos y sus clubes, sin ninguna acreditación de idoneidad intelectual y pedagógica, y con la evidente acreditación de inidoneidad moral, no pueden sostener un sistema educativo decoroso.
Eludir la historia estructural implica un apartamiento de los problemas reales. Porque es un problema real señalar que tenemos actualmente muchos “profesores” que no tienen preparación adecuada, como resultado directo de la deliberada política de gobierno de la enseñanza, y no como resultado espontáneo de la sociedad. Hasta ahora no se crearon institutos de profesores en el Interior (una de las posibles formas de profesionalización) no sólo por falta de recursos o de visión de los problemas, sino porque los partidos gobernantes prefieren el clientelismo.
En educación hay derecha, centro e izquierda
Y esto se ve, precisamente, en la noción de gobierno de la enseñanza. Hay distintos modelos posibles. O un gobierno de la enseñanza autónomo, o un gobierno politizado, con el sistema del “3 y 2”, estatuido en la Constitución del 52 para todos los entes comerciales e industriales, con la excepción de la enseñanza universitaria. (Las leyes orgánicas para Secundaria y UTU vigentes en 1952 establecían cierta representación docente; la de primaria sólo obligaba a que fueran maestros los integrantes del Consejo y no su presidente.)
No es cierto, como dice Germán Rama: “La educación es el sector de actividad más ajeno a la política, porque no hay nada que se pueda transformar en cinco años”. Porque no hay nada que no se pueda transformar en cinco años es una cuestión política de primer orden decidir si se gobierna la enseñanza al son de los partidos políticos gobernantes o co-gobernantes o si se la gobierna con participación de los docentes y de otras fuerzas sociales, ¿por qué no?, como parcialmente lo intentaba la ley orgánica de 1936.
En el reportaje a Germán Rama no hay una línea, una coma, que aluda al gobierno de la enseñanza. Que recuerde, por ejemplo, que cuando Enseñanza Secundaria vivió una etapa de transformación pedagógica, con la creación del IPA en 1951 –donde él y yo fuimos compañeros de estudio-, con las Asambleas del artículo 40 y las Comisiones Permanentes, con los Liceos Pilotos de 1963, o el avanzado segundo ciclo de 1967, había intensa participación de los profesores y se aplicaban sistemáticamente concursos para el ingreso a la docencia. Todo ello se debía a mayor autonomía en el gobierno y a la presencia de un representante sindical en el Consejo de Secundaria (Washington Viñoles, Víctor Cayota) y a un excepcional delegado de la Universidad, Miguel López Lomba.
Unos ejemplos de que hay derecha, centro e izquierda en materia educativa: cuando un decano de época militar sostenía que había que eliminar la investigación porque “incomodaba” a la docencia, la única duda respecto a esa política educativa es si debe ser calificada de derecha o de ultraderecha. Cuando el informe del CIDE sobre educación, de 1964, frente a un 8 por ciento promedial de analfabetos en el país, que grosso modo correspondían a las edades más avanzadas, sostenía que “el tiempo resolvería ese problema” y que había que invertir en otras prioridades, se estaba haciendo una opción centrista. Cuando el gobierno revolucionario cubano (teniendo 26 por ciento de analfabetos en ese país), decidió hacer una campaña de alfabetización total, realizó una opción de izquierda. (Como anécdota: una vez un alumno muy reaccionario comentó: “Así podían adoctrinar mejor”. “Es cierto, pero un adoctrinado alfabetizado es menos manejable “, tuve que decirle.)
Educación y sistema económico
El informe de CEPAL y el reportaje a Germán Rama hacen alusiones a la necesidad de sostener con recursos adecuados el sistema, pero no como problema. La historia ayudará a situarnos. En 1948, cuando se aprobó el escalafón docente, un profesor de Secundaria de más alta categoría cobraba lo mismo que un legislador: 600 pesos. Hoy, sin contar aditamentos de que disfrutan los legisladores, un profesor de Secundaria de última categoría, trabajando casi el doble de horas que antaño, percibe la octava parte.
“(…) en este ciclo básico de secundaria el acento inicial hay que ponerlo en la formación docente y en la reconcepción de los planes de estudio adecuándolos a los niveles culturales reales”, dice Germán Rama, agregando: “Por supuesto que entre los esfuerzos necesarios hay que contemplar los salarios de los profesores…”.
Es una óptica centrista, porque pone el énfasis en aspectos técnicos, en lugar de denunciar las carencias, que no son sólo salariales: los alumnos están hacinados en locales donde funcionan tres y cuatro turnos, las clases, por la escasez de locales, desde hace 40 años fueron siendo reducidas en su duración, hay equipamiento dramáticamente insuficiente en materia de bibliotecas, laboratorios, etcétera. Y las coberturas sociales –asignaciones familiares- son magras o inexistentes.
Lo bueno del informe de la CEPAL y del reportaje
Establecidas las principales limitaciones de ambos documentos es bueno señalar cuál es su utilidad: la denuncia, con todo el peso de un documento revestido del prestigio de lo científico, de los insuficientes o desastrosos resultados del sistema educativo. Que la sociedad advierta, documentadamente, que no enseña, o que enseña insuficientemente, que más que enseñar guarda a los preadolescentes y adolescentes, es bueno. Y en el diálogo, en el análisis de de estas informaciones massmediáticas, conviene reflexionar también acerca de la gran difusión que tuvo el tema. De algún modo los medios de comunicación sabían que, aunque el informe contiene denuncias de malos resultados, era seguro que no atacaría al sistema socioeconómico al que esta educación sirve.
Porque no podemos abstraernos de una realidad concomitante: este gobierno impulsa la matrícula universitaria, contra la Constitución de la República; impulsa a la Universidad Católica, contra la ley orgánica de la Universidad; encuentra recursos para subir los sueldos de los militares, y no los encuentra para los docentes. En materia educativa está un poco más a la derecha que el anterior. Pero comparte con aquél la voluntad de reparto, de control ideológico y el propósito de que el sistema educativo no comprometa al sistema socio-económico.
Con ayuda de los medios de comunicación, que han sido generosos (porque entienden empíricamente las observaciones precedentes), se produjo en la sociedad uruguaya un debate, o el comienzo de un debate, que los educadores y las fuerzas progresistas deberían reorientar sobre bases más científicas, esto es, más comprometidas con cambios solidarios.
¿Y la nota de Luis Víctor Anastasía?
Ya se ha dicho sobre ella todo lo necesario.
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