Televisión digital y televisión en color
(contribución al debate sobre tv digital, de Roque Faraone)
En 1973, la dictadura militar, probablemente por mis ideas de izquierda, me destituyó.
El presidente de la Asociación Internacional de Investigaciones en Comunicación, de la que yo era miembro, informó en una carta circular, agregando “este socio aceptaría una posición en otro país”. La solidaridad internacional que provocó me llevó a dictar un Seminario en Tampere, Finlandia, en 1974. Allí, en una visita a la TV estatal, los dirigentes me mostraron, orgullosos, los nuevos equipos que iban a permitir emitir en color. Yo pregunté: “Dada la situación de crisis económica que comenzó, ¿no se consideró la posibilidad de postergar esta iniciativa, que va a representar un gasto importante para la población?”. Los dirigentes se miraron entre sí, y uno de ellos dijo: “En verdad no, porque lo que ocurrió es que los proveedores nos anunciaron que no nos suministrarían más repuestos para la emisión en blanco y negro”. Claramente, no había sido una decisión política, sino económica, industrial.
A fines del mismo año, enviado por Unesco para hacer un estudio sobre la comunicación en América latina, estuve en La Habana con dirigentes de la TV cubana. Estos, orgullosos, me dijeron que estaban esperando que operara el satélite soviético Molnia para disponer de programas de TV mejor elaborados y poder así hacer frente a la escasa formación ideológica del personal de la TV cubana, que aún venía de la época de Batista. Era evidente que sobrevaloraban la tecnología y el desarrollo económico, considerándolos valores indiscutidos.
Hoy, se nos presenta pasar a la tv digital. No es posible dudar que, en abstracto, esta novísima tecnología incorpora nuevas posibilidades. Casi nada en mejorar la calidad de imagen, pero sí posibilita la colocación de nuevos productos industriales. Estos nuevos productos permitirán que quien los compre pueda actuar (eventualmente) frente
al sistema emisor, por ejemplo, utilizando los celulares para recibir (y tal vez elegir).
Antes de sumergirnos en ese nuevo mundo de posibilidades, aclaremos que el nuevo sistema está escalonado en su aplicación en forma muy cuidadosa. Hasta 2014 se seguirá emitiendo paralelamente en el actual sistema analógico y desde 2012 comenzará el digital, de modo que las clases altas y media puedan comprar enseguida aparatos nuevos y las clases modestas puedan seguir viendo (sin poder actuar) con los actuales aparatos.
Cuando se produzca el apagón analógico, las clases modestas y los demás reluctantes, podrán comprar un aparatito adaptador (más barato que un nuevo receptor), que les permitirá seguir viendo (sin poder actuar) o hacer un esfuerzo y comprar un nuevo receptor digital.
¿Tiene sentido esta inversión social cuantiosa? ¿Es un progreso sustantivo, que mejore la calidad de vida de la mayoría? Tenemos evidencia de que primero se vendieron los discos de pasta, luego los long play, después las casettes y ahora los DVD. Hemos tirado a la basura los Videos. En otros órdenes de la vida económica comienza a entenderse mejor que el sistema productivo de competencia inventa necesidades mediante la publicidad y que consumimos muchísimos productos inútiles, superfluos y en ocasiones perniciosos.
Esta es una sociedad pequeña y dependiente. Con un Estado poco eficiente y gobiernos frágiles. Pretender aislarse de la influencia aplastante de las industrias de la comunicación del capitalismo es utópico. Pero una cosa es tratar de racionalizar una presión externa insuperable, y otra cosa es aplaudirla.
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