Carta abierta a la Presidenta de Antel, Ing. Carolina Cosse
En el reportaje publicado en Búsqueda el 22/XII/2011, usted señala, con
mucho acierto, la contradicción que implica, para un organismo del Estado,
hacer publicidad para aumentar el consumo, muy probablemente por encima
de las necesidades de los usuarios.
Y concluye sus reflexiones exhortando a aportar ideas al respecto.
Creo tener algunas credenciales para apoyarla plenamente en su inquietud:
fui grado 5 en Historia de las Ideas en la Fac. de Derecho, lo que me obligó
a estudiar también las ideas económicas y la funcionalidad de la publicidad
en el régimen capitalista. Paralelamente tenía una cátedra de Teoría de la
comunicación social en la Fac. de Humanidades, disciplina poco desarrollada
entre nosotros, precisamente porque el foro público está inundado por los
mensajes de los medios, en su inmensa mayoria privados y por tanto dependientes
del mercado publicitario.
La primera reflexión es felicitarla. Es usted la primera dirigente de la fuerza
política gobernante que se plantea estas interrogantes.
La segunda reflexión conduce a preguntarse: ¿es posible, en el capitalismo,
que el Estado regule la publicidad? Y la respuesta es afirmativa. Entre nosotros,
se regula la publicidad de medicamentos, se prohibe la de estupefacientes,
se está intentando orientar solidariamente la publicidad de las mutualistas, etc.
Es cierto que paralelamente distintos sectores del Estado (Intendencias, Ministerios,
y otros Entes autónomos) ceden el espacio público y se pliegan ante las presiones
de los publicitarios, sin plantearse por ello ninguna responsabilidad.
El sistema económico difunde una concepción naturalista de la realidad y esta
concepción es compartida ingenuamente por la mayoria de los actuales responsables
de la cosa pública. Sólo una formación política y económica de los militantes de una
fuerza política que se dice transformadora puede conducir a un cambio racionalizador.
Y concluyo con una pregunta: Si el Estado decidió, en materia de telefonía celular,
establecer un oligopolio de sólo tres competidores, ¿por qué no fija un tope, a cada
uno de los tres competidores, de su inversión publicitaria? Defendería así, no sólo
al Ente público, sino a toda la sociedad.
Vuelvo a expresarle todo mi apoyo. Roque Faraone
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