roque faraone

martes, 10 de septiembre de 2024

El legado de Rousseau y el de Marx en la época de celulares

 

        El legado de Rousseau es reconocido y apreciado, en general, porque se lo reconoce como uno de los fundadores de los sistemas de gobierno democráticos que fueron apareciendo desde la independencia de EEUU (1774) y del derrocamiento de la monarquía en Francia, con la Revolución de 1789. Hoy, se aplica, con limitaciones, en aproximadamente un tercio de los países del mundo.


         La noción de "soberanía popular" (que es el pueblo el soberano y no el Rey) lo que legitima la existencia de un Estado, surge del postulado de que todos los hombres son iguales. Esta segunda idea nos fue transmitida, desde la escuela, con un agregado: iguales en derechos. Esto último ya no es propiamente de Rousseau. Se aclarará después.



Las primeras repúblicas de esta era contemporánea



          Res pública (cosa pública) fue la expresión latina que utilizaron muchos países (sobre todo en América Latina) que se fueron separando de la monarquía española. Y (así tanto en EEUU como en la propia Francia) los gobiernos eran elegidos sólo por los hombres propietarios. Y esto duró mucho tiempo. En Francia, en 1848, hubo otra Revolución, y uno de los eslógans era "sufragio universal", pero quería decir que no fuera censitario. Procuraban que pudieran votar todos los hombres, pero a los dirigentes revolucionarios ni se les ocurría pensar que ese eslogan era falso. Nuestra Constitución (de 1830) también era censitaria y aunque se reformó en 1917, el voto femenino apareció recién en 1927 (siendo uno de los primeros países del mundo en incorporarlo).

      Resumiendo: Rousseau es uno de los fundadores de la democracia representativa. Muy probablemente no debe haber pensado en el voto de la mujer, pero sí aspiraba a una sociedad mucho más solidaria. Hay fragmentos de sus escritos que lo muestran como un pre socialista, esto es, que no pensó sólo en el poder político, sino que también en una igualdad socio-económica.



La revolución industrial



       La invención de la máquina a vapor, que se aplicó en diversas industrias y transportes terrestres y marítimos, produjo cambios radicales durante todo el siglo XIX, que se acentuaron aún más hasta hoy. Ferrocarriles, naves a vapor, cualquier tipo de industria pasaron a reclamar grandes capitales para adquirir esa nueva fuente de energía. Un pequeño industrial que dirigía el trabajo de un pequeño grupo de asalariados y debía competir en el mercado contra otros que también operaban sólo con el esfuerzo de la energía humana, comprendió que, asociándose con otro, o recurriendo a empréstitos, podía mecanizarse y pasar a un nivel competitivo superior. Es por esto que llamamos "capitalismo" al sistema económico que surgió a ambos lados del Atlántico Norte y se expandió luego por todo el mundo.



Aparece Marx



         La obra escrita de Marx se difunde en la segunda mitad del siglo XIX.


         Antes de su obra, hubo varios autores críticos frente a la nueva realidad social que se iba extendiendo: un ejército urbano de asalariados y una minoría de empresarios (de ahí "burguesía") que coexistía aún con jerarquías sociales anteriores, pero demostraba que el nuevo modelo de sociedad se seguiría expandiendo. Esos autores fueron posteriormente llamados "socialistas utópicos" por quienes aceptaron algunas de las ideas expuestas por Marx, a las que calificaban de "socialismo científico" ya que aportaba algunos conceptos nuevos, en las ciencias sociales, que permiten interpretar mejor distintas sociedades (incluso del pasado), al destacar la importancia de la base estructural de su sistema productivo, pasando a considerar, en algunos casos, como "superestructurales" la organización de sus sistemas de gobierno. Esta tesis teórica suele ser mencionada como "materialismo histórico".


         De todos modos, Marx y el maxismo, hoy, no tienen la aceptación que sí sigue teniendo Rousseau.



¿Por qué es más aceptado Rousseau?



         Primero: porque se difunden sólo sus ideas acerca del Estado (lo político), no a lo económico-social. Segundo: porque, (deliberada, o inconscientemente) se habla de democracia en lugar de decir democracia representativa (porque se eligen gobernantes cada 5 años) y se habla de derechos humanos (aludiendo a todos esos derechos) cuando hay gente desocupada, sin vivienda, o en condiciones miserables. Se sobrevalora lo político y se ignora o subvalora lo económico.



¿Por qué es menos aceptado Marx?



         La derecha utiliza dos conceptos de Marx (en forma tramposa) que parecen oponerse a Rousseau: "lucha de clases" y "dictadura del proletariado". La lucha de clases alude a la oposición de intereses, realidad inocultable en un sistema económico con propiedad privada de los medios de producción, idea que ya no discuten los economistas que defienden al capitalismo porque prefieren aceptar todos los remiendos que se fueron incorporando a algunas sociedades mediante jubilaciones, licencias pagas, seguros de desempleo, etc. Pero esa expresión "lucha de clases" es utilizada para sugerir "conflictividad estimulada" o "desconfianza en la armonía política que presupone la democracia política".  

        Respecto a "dictadura del proletariado" la crítica les fue formulada a Marx y a Engels en vida, quienes en forma categórica replicaron que aludían a un proceso de cambio de un sistema económico, no a pérdida de las garantías políticas que en su época estaban surgiendo.



¿Qué tienen que ver los celulares?



        El celular es el último aporte tecnológico que el capitalismo aportó a la comunicación social, y que contribuye también a la enajenación y a la reducción o pérdida de la capacidad de pensar. Ya puede escribir por orden verbal, de modo que en 15 años podemos prever nuevos problemas de alfabetización. Es, sin duda, un instrumento formidable, ya que uno sencillo cuesta menos de 100 dólares, precio que gratifica al capital invertido. Y que asegura a la vez plusvalía futura, pues amplía los soportes publicitarios. Además de aumentar el dominio ideológico, porque extiende y profundiza los efectos de los medios masivos. Un ciudadano común, medianamente ilustrado, recibe constantemente mensajes masivos de los grandes medios de comunicación, extremadamente concentrados y que sostienen todo el tiempo una ideología legitimadora del sistema económico competitivo. Al disponer de un celular, es frecuente que, sin mucha reflexión, contribuya a difundir esta ideología. O a despolitizar, compartiendo las banalidades que lo inundan.



           Los celulares, además de la dependencia que crean, suelen ser influyentes para que muchos usuarios sigan creyendo que el capitalismo es un hecho natural y no un producto histórico, tal vez superable. 

 

Roque Faraone         

 

 

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miércoles, 1 de mayo de 2019

Interrogantes estratégicas ante las próximas elecciones y luego, tal vez, ¿golpe de estado “blandengue”?

Es sabido que se trata de una publicación defensora del statu quo y que por su calidad ejerce una gran influencia en el foro público. Pues bien: con independencia de la información brindada, el semanario difunde una entrevista de dos páginas a Guido Manini Ríos y un nota Editorial que permiten formular la hipótesis del título de esta nota.

El editorial   

Empezando por el editorial, éste sostiene que “la falta de confianza”, recíproca, entre el Presidente Vázquez y los militares,  está el origen de la situación actual, y enuncia varios ejemplos en los cuales los militares le mintieron al Presidente, en su primer mandato y también en éste.
Agrega la nota que con el gobierno anterior hubo confianza “porque comparten confianza de ex combatientes” y concluye: “La novedad es que ya no están los tupamaros a cargo y se quebró una lealtad generada por años de intercambio y de intereses comunes.”...”Era inevitable que tarde o temprano esto ocurriera, pero también son inevitables las complicadas consecuencias. Y da la sensación de que recién empiezan”.
Luego de afirmar, documentadamente, que los mandos militares mintieron al poder civil, en lugar de señalar esa inconstitucionalidad,  pasa a añorar el período en que hubo “armonía” (entre un poder semi autónomo militar y el gobierno civil) y, además anuncia “complicadas consecuencias....”

La entrevista a Manini Ríos

Guido Manini Ríos fue depuesto por su vehemente desacato al Poder Judicial. Y al día siguiente,El número de Búsqueda  del 4 de abril (2019) da cuenta de la destitución de seis altos oficiales del ejército y del pedido de renuncia al ex Ministro de Defensa y al Subsecretario. Como es habitual en esta publicación, la información fáctica es precisa y recoge diversas versiones. por el portal del Ejército, cometió –por consiguiente, en público– al menos un delito: el de usurpaciòn de funciones, pues ya no podía invocar el cargo que había ocupado, para repetir sus ataques.
El semanario, aparentemente afiliado a la idea de la “armonía” entre mililtares y civiles, no consideró que muchos antecedentes de Manini lo inhabilitaban para merecer una entrevista de ese carácter, que además fue extremadamente amable.
Entonces, dado que es un semanario de prestigio y que logra acceso a altos centros de poder -nacionales y también en embajadas poderosas– resulta pertinente plantear algunas interrogantes: ¿esta candidatura no tendrá una finalidad que trasciende las fronteras?.
Sin alterar el mecanismo de elecciones para octubre –de este año 19- presentar ahora esta postulación permite popularizar al candidato, evaluar el respaldo posible y, posteriormente, en función de los resultados: es decir, si no gana la centro-izquierda que gobierna actualmente y lo hace en cambio la oposición coaligada,  decidir si se interviene o no, mediante algún mecanismo jurídico-político semejante a los que se aplicaron en otros países de latinoamérica para lograr un gobierno más adicto a los intereses de centros capitalistas de poder mundial, parcialmente representados hoy por el gobierno de USA.

26 de abril de 2019 -  Claridad Número 17 




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Capitalismo y democracia

El 28 de marzo, con el título “¿Es realmente incompatible el capitalismo con la democracia?”, la diaria publicó una página de una profesora de Ciencias Políticas que sostiene no sólo la idea de que son compatibles sino que concluye: “Pero los debates sobre cómo se desarrolla el capitalismo y las condiciones bajo las cuales la democracia puede influir en los resultados económicos para beneficiar a la mayoría de los ciudadanos son absolutamente cruciales para que la izquierda prospere y el populismo sea contrarrestado”.

Llamamos “capitalismo” a un sistema económico fundado en la propiedad privada de los medios de producción (y de intercambio), que impera actualmente en todo el mundo, con excepción de pocos y pequeños países donde se colectivizaron los medios de producción, pero que dependen para sus importaciones y exportaciones del sistema capitalista mundial.

Llamamos “democracia” a regímenes de gobierno electos por todos los ciudadanos, generalmente con separación de poderes y con garantías de derechos individuales.

Primera observación: en todo el mundo, el sistema económico predomina sobre el sistema político. Se prueba sólo mencionando que hay dictaduras por doquier y monarquías variadas, con y sin parlamentos, y, desde luego, con y sin garantías de derechos.

Segunda observación: del sistema económico emana una ideología legitimadora de las desigualdades sociales, porque se apoya en la noción de propiedad privada, que es considerada sagrada. Esa ideología también es apoyada por algunos presupuestos del liberalismo político (que sustenta a la “democracia”): “todos los hombres son iguales”, cuando sólo son iguales en el sufragio, porque los gobiernos “de izquierda” también están más condicionados por los propietarios de los medios de producción que por sus electores. Los propietarios actúan todo el tiempo presionando desde los medios de comunicación, los bancos, los gobiernos extranjeros y otros centros de poder; los electores, en cambio, sólo actúan cada cinco años.

Tercera observación: muchos gobiernos han ido modificando algunos aspectos del capitalismo –jornada laboral de ocho horas, licencia anual, jubilaciones, etcétera–, que hacen pensar en la posibilidad de que incrementando esta “legislación social” pudiera llegarse a cierta igualdad económica. Pero la realidad muestra que hay desocupación permanente y el salario mínimo legal es siempre muy inferior a un salario de subsistencia. A escala mundial, en 20 años, hay mayor concentración de riqueza arriba y, a la vez, más miseria abajo, mientras la economía crece.

Conclusión: no sabemos si se puede salir del capitalismo en un solo país o si es necesario un cambio universal o, por lo menos, contando con países centrales. Por lo tanto, es lógico impulsar cambios solidarios en la economía de un sistema político democrático. Pero hay que impulsarlos denunciando al mismo tiempo la ideología propietarista dominante.

En realidad, el capitalismo es incompatible con una verdadera democracia.
la diaria, 8 de abril de 2019
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Lo que falta en el programa del Frente Amplio

Se va conociendo una especie de programa para la campaña electoral por las declaraciones de los cuatro precandidatos frenteamplistas. Las que formuló Óscar Andrade son, a mi juicio, las más comprometidas desde una perspectiva de izquierda. En ellas pone el acento en dos aspectos claves: 
1) que el Frente Amplio (FA) no encare transformaciones para seguir mejorando la sociedad uruguaya sólo a realizarse por las instituciones políticas, sino que estas transformaciones sean propuestas e impulsadas conjuntamente con instituciones sociales de izquierda o progresistas; y 
2) que no sean elaboradas exclusivamente desde la dirección, sino que las bases participen en esa elaboración.

Desde luego que estas propuestas merecen apoyo. Y las restantes –que no menciono– revelan una formación y un conocimiento extremadamente respetables. Pero, por la necesaria brevedad, y antes de señalar lo que considero que falta en el programa del FA, voy a referirme a ciertos aspectos de nuestra realidad social.

Hace 20 años teníamos comités de base, que desaparecieron. También la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) tenía un protagonismo destacado, y hoy casi desapareció. En cambio, el PIT-CNT está ocupando un lugar en el escenario político y social mucho más destacado que hace 20 años. Sus propuestas, sumamente coherentes, evidencian un nivel de elaboración teórico que supera –y por muy lejos– las escasas manifestaciones públicas que hace la dirección del FA. El PIT-CNT, por otro lado, continúa siendo una central única, a diferencia de lo que ocurre en muchos países, donde existen varias centrales obreras, afiliadas, cada una de ellas, a una de las corrientes en que se divide la izquierda. Esta peculiaridad de la sociedad uruguaya, conjuntamente con la estabilidad institucional –que en el siglo XX se alteró dos veces y en ambos casos por incidencia de factores externos–, tiene su importancia para apreciar que el FA –a semejanza del primer batllismo– constituye un fenómeno social que debería ser entendido como propio, específico de una sociedad muy urbana, muy integrada, de origen inmigrante, en la que se avanzó muy tempranamente en un proceso de mayor solidaridad social que en el resto de América Latina (a excepción de Cuba).

Dicho esto, paso a señalar algo que no está pensado “para ganar las elecciones” sino “para mantener la vitalidad de un movimiento transformador”. Se trata de que la dirección del FA proclame que la desaparición de los comités de base muy probablemente se deba, en primerísimo lugar, a que muchos militantes fueron llamados a desempeñar cargos en el Estado y a que no se procuró su sustitución. No es posible corregir en unos meses esta situación, pero sí se puede decidir e instalar una escuela de cuadros, como señal de que se atiende ese problema esencial.

El primer batllismo inventó las “escuelas ciudadanas”. El primer FA inventó los comités de base. Inspirémonos en la mejor historia que tenemos.

la diaria, 15 de febrero de 2019
Publicado por Alicia Faraone en 14:05 No hay comentarios:
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Etiquetas: educación

Uruguay corrigió a Montesquieu

Nuestra Constitución dice que en el Estado tenemos tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero en la sociedad existen, en la realidad: un Poder Ejecutivo, un Poder Militar y un Poder Massmediático. Había muchos indicios de esto, pero el 20 de setiembre aparecieron las pruebas definitivas. Tres rotativos y un semanario de prestigio coincidieron en atribuir a “fuentes militares” muy gruesos epítetos contra el gobierno y el partido gobernante. El matutino que fue más lejos en la presentación de la noticia tituló, en primera plana: “Informe del Ejército acusa al Frente Amplio de hipócrita y soberbio. Denuncia a todos los partidos por ‘escarnio público de [el comandante en jefe del Ejército, Guido] Manini [Ríos]’”.

Aunque hay una coincidencia muy notoria en las versiones de la misma noticia que dieron –esa misma mañana– todas las publicaciones, puesto que transcriben entre comillas los mismos fragmentos, algunos periódicos atribuyen esos dichos a “fuentes militares” o “altas fuentes del Ejército”, mientras que uno de ellos se refiere a un “Informe del Ejército” y más adelante insiste, en dos oportunidades, en que se trata de un “documento interno elaborado al más alto nivel” o de “un documento de análisis”.

Podemos suponer que las cuatro publicaciones tuvieron acceso a un mismo documento, proporcionado tal vez por una fuente militar de alto nivel, y que las tres primeras –ya sea por prudencia, ya sea por haber recibido advertencias de que se trataba de un documento interno– decidieron referirse a “fuentes militares” en lugar de decir que estaban transcribiendo un “material interno”, mientras que uno de ellos optó por otra postura.

Por la tarde, en una aparición pública del presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez, interrogado acerca de esas afirmaciones atribuidas al Ejército, el presidente dijo que había recibido información de altos mandos que le aseguraron que no tenían nada que ver con esas publicaciones.
La existencia del Poder Militar, con o sin “filtración”, resulta muy evidente, no sólo por la violencia de los epítetos hacia el partido gobernante (“hipócrita” y “soberbio”) y la fuerte acusación a “todos los partidos” de “escarnio público a Manini”, sino, ante todo, por su notoria violación de la Constitución, que no permite a los militares emitir opiniones políticas, salvo el voto.
La existencia del poder massmediático también quedó totalmente reconocida y admitida, porque si –tal como afirmó el presidente de la República– no correspondía atribuir semejantes afirmaciones (en grandes titulares y a primera página) al Ejército, resultaba obvio que a ese matutino debía reclamársele, al menos, un desmentido.

En lugar de la Constitución y las leyes, predominaron el Poder Militar y el Poder Massmediático.

Las ideas de Montesquieu

Montesquieu pensó en tres poderes de un Estado para lograr un equilibrio entre ellos. Y si bien es cierto que ese equilibrio no siempre funciona y que aparecen evidencias de ello en muchos casos relevantes, su existencia imperfecta también se aprecia cuando se compara con gobiernos de facto.
¿Es posible un equilibrio entre los tres poderes reales de la sociedad actual? En una sociedad competitiva por su sistema económico, no puede pensarse en ningún equilibrio entre estos tres poderes que señalamos. Y en una pequeña sociedad dependiente, como es la nuestra (0,04 por ciento de la población del planeta) ese equilibrio precario sólo se mantiene mientras no perturbe los intereses del imperialismo, lo que tal vez explique la actitud más que prudente del Poder Ejecutivo.
En los últimos años, el imperialismo en nuestro continente aplicó “golpes blandos” o civiles, en lugar de golpes militares, pero también hay que prever una combinación de ambos métodos.

la diaria, 3 de octubre de 2018
Publicado por Alicia Faraone en 13:53 1 comentario:
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La Universidad del Miedo

Hay varias facultades que integran la Universidad del Miedo. Todas tienen clases abiertas, frecuentes, accesibles gratuitamente. Se llaman Telemundo, Telenoche o Subrayado.



Quienes ejercen esa "docencia" saben bien que el negocio consiste en conseguir audiencias, las mayores audiencias posibles. No hay otro financiamiento para estas facultades. Cuanto mayor su audiencia, mayor será la publicidad que capten y más rentable el negocio. El momento más frecuentado es el de las noticias, y por eso estas deben ser lo más atractivas de encontrar, presentar e incluso de imaginar, con tal de que haya un mínimo de respaldo, que alguien haya dicho algo (aunque no se sepa bien qué) que permita elucubrar, preguntar, investigar (no importa que esto sea sólo en apariencia) con tal de mantener el interés por la noticia. Quienes elaboran esta clase especial de noticias (mal llamada “información”) saben que hay que atender hasta al último “alumno” más distraído e inculto que sea posible alcanzar por cada “facultad”, por lo que la “información” debe ser simple, ligera, superficial, comprensible mediante pocas palabras. Además, debe ser presentada con autoridad, inspirándose en la vieja docencia caduca que sólo transmitía, sin siquiera imaginar que pudiera ser brindada para ayudar a elaborar conocimientos.

Por eso, si alguien dice que en un asunto existieron audios (aunque no se los haya escuchado), esto es noticia (como en la telenovela de la Asociación Uruguaya de Fútbol), y si alguien dice que copió unos cuadernos en el que registró coimas (aunque después diga que los quemó y que sólo conserva fotocopias de ellos, como en la telenovela de la corrupción en Argentina), también es noticia.

Para fabricar noticias atractivas se han ido experimentando diversas recetas: lo insólito, lo escabroso, lo curioso, lo extemporáneo. Pero la única fuente que provee de interés permanente es el miedo a la inseguridad (física y de los bienes inmediatos). La otra inseguridad (la que surge del sistema productivo de competencia: perder el empleo, no poder acceder al mercado de trabajo, estar en el declive de la vida sin respaldo suficiente, tener un hándicap severo) no puede ser noticia porque atacaría la ideología dominante (que hace aparecer como naturales cuestiones que son sociales).

Entonces, nada mejor que explotar el miedo por medio de las noticias policiales. Informar cultivando el miedo parecería que brinda un servicio a la sociedad, porque denuncia un mal funcionamiento. Esto se aprecia, por ejemplo, en las reiteradas convocatorias de vecinos que reclaman por mayor seguridad. Es notorio que esos vecinos (orgullosos, además, de estar en la televisión) se sienten útiles e importantes al ser amplificados y evidencian su agradecimiento a la “facultad” que los recoge. Claro, no piensan que la “facultad”, al recogerlos, mata dos pájaros de un tiro: conserva y aumenta su audiencia, para asegurar su rentabilidad mediante la publicidad.

Algunos “docentes” de estas “facultades”, que tienen mayor formación, advierten que buena parte de esta información policial también “educa” a los delincuentes, que da ideas, que trasmite prestigio (dentro del hampa), y hasta que –en ocasiones– adelanta información que debería ser reservada para poder reprimir los delitos. Pero de todos modos predomina el mercado. Esos locutores o presentadores, ante situaciones delicadas, hacen un gesto o introducen una mínima reflexión simpática sobre el aspecto dramático o tremendamente injusto que comporta la noticia que trasmiten, y así se resuelve el conflicto: el asalariado ayudó a conservar a casi todos los “alumnos”, y las autoridades de la “facultad” aceptan (y de pronto promueven) a quienes así colaboran con la empresa. Empresa que, como es sabido, no tiene sindicato, no conoce alguna amenaza de paro ni otra medida de reclamo laboral corporativo que sea trasmitida por la pantalla.

Entre nosotros los delitos han aumentado. Han aumentado también la violencia y la inhumanidad en los delitos cometidos. Es difícil aceptar que no haya incidido en estos resultados la labor “docente” de esta Universidad del Miedo.

Yo no puedo hablar de las televisoras del mundo. Pero sí de las de Europa. En todas ellas –públicas y privadas– se aplica una legislación internacional (decidida por la Unión Europea) llamada “Televisión sin fronteras”. Hay en ella una norma: los informativos no pueden durar más de 30 minutos y no pueden ser interrumpidos por publicidad. Eso reduce muchísimo el peso de la información policial.
Cuando se discutió la ley de medios –hace unos cinco años– un senador me pidió datos sobre esta ley internacional y se los di, pero es muy probable que no haya habido mayoría suficiente, dentro de la fuerza política gobernante, para aplicarla en Uruguay.
 La diaria
6 de septiembre de 2018
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Etiquetas: comunicación

miércoles, 30 de mayo de 2018

La ideología dominante

El 2 de marzo, la diaria publicó una nota del senador del Frente Amplio Marcos Otheguy, titulada “Salvemos la política”, en la que se analizaba cómo se extiende una percepción negativa en la opinión pública acerca de la acción política. En esa nota se señalaba que “sectores conservadores y la extrema derecha” impulsan esta actitud, queriendo preparar un retorno al pasado dictatorial. Y se agregaba: “Pero también debemos ser conscientes” de que se ha incurrido en prácticas incorrectas: “actos de corrupción de los más variados [...] desde la apropiación indebida de los recursos públicos” hasta el uso del poder “para beneficio personal o familiar”.
Con estas afirmaciones, el legislador del partido gobernante evidenciaba su buena fe, lo que destaco y merece todo mi respeto. Luego pasó a analizar: “Hay dos fenómenos interrelacionados que están provocando un enorme daño a la política y a los partidos políticos: la mezcla de política y empresas, y la reducción de la política meramente a campañas publicitarias o de marketing”. Y desarrolló ampliamente este tema, procurando combatirlo con soluciones financieras.
En ningún momento el senador se planteó el problema señalando que el sistema productivo es competitivo, mientras que el sistema político postula –al menos en teoría– ser solidario. En efecto, la economía es una lucha constante de todos contra todos. Unos pocos están arriba, muchos en el medio y la mayoría abajo. Los que están arriba (entre ellos, los propietarios de diarios, radios y canales de televisión) consideran que la sociedad humana es así (desigual) y también consideran que es inevitable que lo sea (en gran medida porque los beneficia). Entonces construyen y difunden una imagen falsa de esta realidad, la que se ha denominado “ideología dominante”. Esta ideología procura legitimar las desigualdades, atribuyéndolas exclusivamente a factores personales (inteligencia, espíritu creativo, esfuerzo, constancia, etcétera), en lugar de advertir que el estrato social al que pertenece el ser humano lo condiciona, incluso antes del nacimiento, de modo preponderante. Al naturalizar las desigualdades (hacer suponer que son propias de la naturaleza humana), cuando en verdad son sociales, se está reforzando el acatamiento al ordenamiento económico actual.
A lo largo de la historia de la humanidad, cada sociedad creó una ideología destinada a mantener –en beneficio de quienes estaban arriba– la cohesión social. Ahora, en las sociedades capitalistas con regímenes políticos liberales (que llamamos democráticos), la ideología dominante se nutre de las dos vertientes: la que surge de la base económica y la que se deriva de las formas democráticas de gobierno.
Los conceptos que arrancan con Jean-Jacques Rousseau –todos los hombres son iguales–, aunque surgieron para oponerse a las diferencias estatuidas, heredadas del feudalismo (clero, nobleza y Estado llano), que fueron desapareciendo después de la Revolución Francesa, ahora hacen pensar, precisamente, que las nuevas diferencias (económicas y culturales, entre otras) son responsabilidades individuales. “Todos los individuos son iguales ante la ley”. “Los hombres nacen con iguales derechos”. Ambas afirmaciones tienen algo de verdad y mucho de error. Un desocupado o un proletario semianalfabeto no puede conocer o acceder a una ley que lo protegería. Un burgués sí, puede obtener un abogado que lo asesore. El niño que nace en un hogar humilde tiene más chance de estar desnutrido y de que su desarrollo se frustre. La verdad actual es que los ciudadanos son iguales sólo en el cómputo de sus votos. Luego, para incidir en las orientaciones de gobierno, les quedan la huelga, las manifestaciones y muy poco más.
Además, el sistema productivo de competencia, multiplicado por una tecnología descomunal, ha creado mecanismos de comunicación colectiva (prensa, radio, televisión) que necesitan grandes capitales y que, entre nosotros, son privados en 90% y, por eso, están sostenidos con publicidad. Tanto los medios masivos como la publicidad son difusores constantes de esta ideología. Salvo la publicidad para productos suntuarios, destinada a una minoría, el resto hace suponer que somos iguales, que –aunque sea a crédito– lo que se nos ofrece lo necesitamos mucho y tenemos derecho a tenerlo. En general, lo hace con un mensaje tonto, infantilizante (que llegue hasta al más limitado) y, sobre todo, que oculte las desigualdades. Estos rasgos de la publicidad fueron surgiendo empíricamente, simplemente por imperio de la competencia, no por voluntad de ideas de derecha, pero actúan implacablemente sobre las mentes de todos los que recibimos esos mensajes.
Los medios masivos –grandes capitales privados–, primero por una razón económica, compiten entre ellos buscando la mayor audiencia (que les procura más publicidad, única fuente posible de beneficio a los capitales invertidos), y así banalizan y dramatizan todos los contenidos (violencia, desastres, sexualidad, etcétera) disminuyendo al máximo todo incentivo a la reflexión y al raciocinio. Además, por una opción conservadora van a ser propagadores de esta misma ideología dominante.
Asistimos a una contradicción descomunal: el Estado invierte millones y millones en educación gratuita (algunas horas al día), mientras que la sociedad civil –debido a su sistema productivo competitivo– invierte muchos más millones (todo el tiempo) para deseducar y consumir. La ideología dominante, que es constantemente difundida por los medios masivos y por la publicidad, nos alcanza a todos, y mucha gente de izquierda está también contaminada. Entonces sus propósitos solidarios y generosos quedan limitados a medidas que procuran atenuar o reducir las injusticias o los daños que produce el sistema productivo.
Cuando reflexionamos comprendemos que la sociedad humana es como una pirámide (unos pocos arriba, muchos abajo). Cuando actuamos con menos reflexión, nuestro subconsciente funciona como si la sociedad humana fuera un disco achatado (todos iguales). Aunque no sea fácil salir del capitalismo, es preciso, ante todo, tener claro que se necesita combatir la ideología dominante con cada iniciativa –por más modesta o limitada que sea– que procure corregir el mal funcionamiento de las instituciones y prácticas de gobierno. Sólo así podremos, tal vez, ir aumentando el conocimiento colectivo que permita superar por vías pacíficas este sistema económico nefasto.
13 de marzo de 2018 | Escribe: Roque Faraone en Nacional

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